La escritura es vital para desarrollar varias aptitudes humanas, como la atención, la concentración, la memoria, la organización y la metodología. La escritura es el precursor del aprendizaje. Sin el desarrollo psicomotor esencial que se asocia con la escritura, los niños tendrían una menor capacidad de asimilar las asignaturas y el material de estudio. Durante la infancia se forman miles de millones de conexiones sinápticas en el cerebro y la escritura, al igual que el juego y la manipulación de objetos, contribuye a estimular la actividad cerebral y el desarrollo de estas conexiones.
La escritura ayuda a la coordinación de los movimientos musculares y fomenta la destreza, especialmente el control motor fino, es decir, la coordinación de brazos, manos o dedos para la ejecución de movimientos finos o intricados. Algunos expertos han relacionado la habilidad de escribir con la capacidad de abrir cajas o atarse los cordones. Cuando se domina, la escritura se convierte en un proceso automático; los niños pueden concentrarse en su trabajo sin preocuparse sobre cómo se forman las letras.
Pruebas realizadas en colegios y entre adultos demuestran que las palabras que se aprenden escribiendo a mano suelen deletrearse mejor que las que se aprenden al escribir al ordenador. La escritura cursiva ayuda a los niños a recordar y visualizar mejor los caracteres. La escritura mejora la atención que damos a la información. Permite que nuestro cerebro evalúe mejor los datos que recibe, y que los organice mejor, lo que a su vez contribuye a cimentar mejor las ideas y conceptos en la mente, lo que significa que los recordaremos mejor.
La escritura y la lectura son inseparables, ya que son el resultado de un proceso mental que implica la codificación y descodificación de la información del cerebro. Si el niño no aprende a escribir correctamente, puede tener dificultades en la lectura: en la comprensión de un texto completo y el contexto de las palabras y las frases, y en la identificación de la ortografía de las palabras. Además, los problemas con la escritura y la falta del control automático, pueden provocar retrasos en el aprendizaje y afectar a su capacidad de tomar notas, lo que derivaría en problemas de concentración.