Lo más común, sobre todo entre los hijos únicos, es querer un hermanito para jugar. Se lo imaginan de su mismo sexo, estatura y gustos, alguien con quien compartir su día a día y sus juegos; un igual con quien establecer una relación muy diferente a la que tienen con papá y mamá. No hay que ser hijo único para desear un hermano, casi todos los pequeños de cada familia desean tener un hermano menor para jugar, sobre todo si existe distancia con los hermanos mayores. En algunos casos es mejor ser hijos únicos para nosotros, pero probablemente de pequeños por lo menos una vez se nos ocurrió.
Como el mundo de los deseos no tiene límites, también son muchos los que quieren tener un hermano mayor. Esta petición, casi exclusiva de los abrumados hermanos mayores, manifiesta que en parte se sienten solos en su posición y necesitan comprensión, apoyo o a alguien que los defiendan. Es un deseo más propio de las niñas que de los niños. En este caso puede no ser tan posible para los niños ya que si son hijos únicos y no tienen hermanos mayores a no ser que sus padres quieran adoptar la petición no será tan fácil. Esta petición generalmente se presenta en niños que quieren un hermano para no dormir solos en esa habitación en la que se alargan las esquinas de noche. En cuanto se dan cuenta de las ventajas nocturnas, el hermano se convertirá inconscientemente en la compañía ideal para afrontar juntos las sombras y sonidos nocturnos. Y también los diurnos. En estos casos debemos analizar qué miedos pueden estar abrumando a nuestros hijos.
Podemos también ver la otra cara de la moneda, cuando tenemos otro hijo y su hermano tiene celos o actúa de una manera grosera y pataletoso para llamar la atención. Aunque el niño oiga que nada va a cambiar con la llegada del hermanito y que papá y mamá le van a seguir queriendo igual, su miedo a lo desconocido, a esa reorganización total de la familia provoca celos. Es una reacción natural ante una situación de pérdida de poder, de atención y de amor (o por lo menos así lo cree o sentirá él). Los celos no son ni tan graves ni tan duraderos como los padres pensamos. Es la forma que tiene el pequeño de expresar sus sentimientos por los cambios, y lo habitual es que desaparezcan cuando se acostumbre a ellos. Pero de momento, piensa que ese intruso ha llegado para sustituirle. Este sentimiento es normal y necesario: un niño que no expresa ningún tipo de celoS, por pequeño que sea, puede que esté escondiendo algún otro problema. En algunos momento esta situación se acabará y pasará de ser el hermanito no deseado a el nuevo bebé con el que quiere jugar.