Algo que como seres humanos debemos reconocer y enseñarle a nuestros hijos es que eventualmente cometemos errores, solemos durante nuestro curso de vida en algunas ocasiones tomar decisiones de las cuales nos arrepentimos, dejando en nosotros un halo de culpa, es importante tener en cuenta que la vida es ensayo y error, además sabemos que no somos seres perfectos y que estamos en este plano de existencia aprendiendo de nosotros y de los otros; pues estas situaciones de aprendizaje siempre permanecerán en nuestra psiquis, en nuestra consciencia. Así como cometemos errores debemos aprender en todo momento a aceptarlos y trasformarlos; pues, si no lo hacemos y tratamos de negarlos o esconderlos nuestro inconsciente los guardará y exteriorizará en algún momento hasta que alguien o algo llegué a tocar nuestros fantasmas, reaccionando de forma poco favorable para nuestra salud mental. Por eso hoy quiero traerles unas frases famosas como «Es de sabios cometer errores», pues probablemente algunos padres enseñan a sus hijos que de lo errores se aprenden y de las caídas se levantan, llegando a nuestras vidas como maestros.
Debemos comprender que el error no solo me pasa a mí, sino que a todos nos pasa, pues cuando fallamos en algunos momentos solemos ser nuestros propios verdugos; Ocasionalmente algunos padres están recordando a sus hijos el error, unos lo hacen para enseñar, orientando y acompañando, explicándoles los pros y los contra para la vida y otros padres lo hacen recordando el error, comparando con los hermanos o pares cercanos, regañando o maltratando física o verbalmente, menoscabando así su autoestima.
Confucio dijo «Cometer un error y no corregirlo, es otro error», lo que nos pone a reflexionar que si comentemos un error no podemos dejarlo y continuar, sino todo lo contrario debemos revisarlo, comprenderlo y trascenderlo para que podamos a futuro tomar decisiones. Es fundamental enseñar a nuestros hijos a dejar de ver las faltas con vergüenza y verlas con humanidad ya que lo que está mal es no aprender de estas.
Asumir un error es parte fundamental de un aprendizaje. Enseñarle a tus hijos a equivocarse y salir adelante es mejor que vivir explicando el camino de una vida perfecta y sin errores. Les daremos a leer una pequeña fábula infantil de Cascabel y cómo no quería admitir sus errores.
La ardilla Cascabel llegó distraída a clase y sin darse cuenta le dio un codazo al tintero del pupitre del burrito Galileo. Una enorme mancha negra se comió el dibujo que Galileo estaba acabando.
-¡Hala, se me ha estropeado!- Se lamentó el pobre.
-¡Qué pena, era precioso!- añadió la tortuga Roqui. ¡Ha sido culpa de Cascabel que ha entrado aquí a lo loco!
– ¡Oh menudo desastre!- contestó la ardilla- ¡Pero si Galileo no hubiera puesto en la esquina la tinta, no habría pasado nada!
-¿Cómo?- le reprendió Roqui-. ¡Pídele inmediatamente perdón a Galileo o me enfado contigo!
La ardilla y la tortuga iban a seguir discutiendo cuando apareció la maestra Lechuza por la puerta. Galileo se dio prisa por limpiar la tinta y Cascabel se fue a su sitio.
Roqui se volvió a Galileo y le dijo:
– “Cascabel es muy buena, pero nunca admite sus fallos”.
Por la tarde, la ardilla iba otra vez atolondrada porque llegaba tarde al laboratorio y no pudo frenar a tiempo, chocando con la mesa de la entrada. ”¡Clinc, crash, catacrash!” El ruido fue espantoso. Se habían roto en pedazos tres tubos de ensayos, una probeta y un frasco de vidrio.
-¡Madre mía, Cascabel!, ¿estás bien?- Preguntó la maestra Lechuza.
-Sí- dijo la ardilla (aunque en realidad se sentía avergonzada)- Lo siento mucho.
Se había dado cuenta de que tanto en esta ocasión como en la del tintero, la culpa era sólo suya por ir tan alocada. De ahora en adelante, andaría con más cuidado. Entonces, fue a pedir perdón a Galileo y a Roqui, que se pusieron muy contentos.
Admitir nuestros errores es de sabios pues nos permite en la vida caminar con pies ligeros, corazones vibrantes y mentes tranquilas.