En los primeros años de vida, los cerebros de los niños forman hasta 1.000 conexiones neuronales cada segundo, unas conexiones que son los ladrillos de la construcción de su futuro. Esas conexiones necesitan de una buena nutrición, protección y amor. Está demostrado que una mayor participación del padre en la crianza de sus hijos e hijas rompe los ciclos de violencia perpetuados por creencias y actitudes alrededor de la masculinidad, y que su participación integral desde antes, durante y después del nacimiento incrementa el compromiso y la responsabilidad de los padres a largo plazo.
Cuba tiene un sólido compromiso con la igualdad entre mujeres y hombres, articulado a través de su constitución y leyes, y sus políticas, en todas las esferas profesionales y sociales, a todos los niveles. El país es signatario de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la Convención sobre los Derechos del Niño o la Declaración de Beijing, y reconoce abiertamente la igualdad entre en el hombre y la mujer, incluyendo la corresponsabilidad en el cuidado y la crianza de los hijos. Sin embargo, estructuras y patrones culturales perpetúan las desigualdades en el disfrute de los derechos y los espacios de participación de padres y madres.
¿Cómo llevar una crianza respetuosa que promueva el bienestar psicológico de niñas, niños y adolescentes?
Muchas de las necesidades y dudas que se han presentado evidencian el escaso conocimiento sobre cómo llevar una crianza no violenta, democrática, que vea a niñas y niños como sujetos de derechos, no como un objeto que estamos llamados a proteger y por tanto no dialogamos con ellas y ellos.
