La historia vital de Duckworth es realmente la de una superviviente con mayúsculas. Nacida en Bangkok en 1968, es hija de un estadounidense de orígenes británicos y una tailandesa-china que trabajaban y vivían en la capital de Tailandia en aquellos años. Se crió entre Asia y Estados Unidos y que terminara sirviendo en el ejército era algo prácticamente inevitable, ya que su familia paterna lo hizo por varias generaciones, desde la Revolución de EEUU. Su padre, Frank, fue combatiente en la Segunda Guerra Mundial y en Vietnam como infante de marina, y a su regreso a casa tuvo que enfrentarse a las hostilidades de aquellos que estaban en contra de Guerra de Vietnam, por lo que decidió instalarse en el sudeste asiático.
Allí conoció a Lamai Sompornpairin, una joven tailandesa con la que se casó. Frank comenzó a trabajar para el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, y junto a su mujer y su hija Tammy se mudaron en varias ocasiones a distintos países asiáticos, como Indonesia, Singapur o Camboya, donde Tammy vivió los bombardeos de los Jemeres Rojos al tomar el poder en el país. Cuando su padre se quedó sin trabajo, siendo ella una adolescente, la familia optó por volver a Estados Unidos y se instaló en Honolulu, Hawai. No le costó adaptarse a la nueva vida en América y siempre ha dicho que la multiculturalidad que vivió desde niña le ha ayudado a ser más abierta de mente.
La familia Duckworth pasó por momentos de crisis económica en los que para comer tuvo que solicitar cupones de alimentos. Tammy se esforzó mucho y terminó sus estudios escolares en el President William McKinley High School con honores. Gracias a esto consiguió varias becas y préstamos para poder asistir a tres universidades, la de Hawai en Manoa, la George Washington donde hizo un master en Asuntos Internacionales y en la de Northern Illinois donde llevó a cabo un doctorado en Ciencias Políticas. Antes de ingresar en el ejército siguiendo los pasos de su padre, trabajó para Rotary International.
Ya en el ejército, enamorada de la camaradería y el compañerismo, pronto logró ascender a teniente coronel. En el año 2004, Duckworth fue enviada a la Guerra de Irak como piloto de helicóptero Blackhawk al formar parte de la Guardia Nacional Armada de Illinois. No estaba de acuerdo con esa guerra, pero aceptó su responsabilidad. El 12 de noviembre de ese año, el helicóptero que pilotaba mientras regresaba con su equipo de recoger a unos soldados a Taji, al norte de Bagdad, fue alcanzado por una granada que cayó en el regazo de Duckworth. Perdió parte del brazo derecho y ambas piernas pese a que sus compañeros la socorrieron con la mayor rapidez posible. Salvaron su vida, pero quedó mutilada para siempre.
Tardó 11 días en despertar y durante los siguientes doce meses, la teniente trató de recuperarse en el Walter Reed Army Medical Center . Cuando lo logró, pasó a ser directora del Departamento de Asuntos de Veteranos de Illinois, donde ayudó a crear una línea de créditos para empresas que contrataran a veteranos, así como una línea telefónica de atención 24 horas para sus excompañeros del ejército y diferentes programas para ayudarles a tener acceso a viviendas y sanidad pública. Fue condecorada con el Corazón Púrpura.
