Dos de cada tres niños de entre 10 y 15 años tiene un celular. Una cifra que ronda el 24% en los menores de 10 años y que se dispara hasta el 94,8% entre los adolescentes de 15 años. Se trata de un fenómeno cada vez más común en una sociedad hiperconectada en la que el teléfono móvil se ha convertido en una “necesidad” incluso para los más pequeños de casa. De hecho, los niños piden su primer celular a edades cada vez más tempranas e incluso muchos padres deciden regalárselo como un juguete más. Sin embargo, aunque el teléfono móvil se puede convertir en un excelente aliado para el entretenimiento infantil es importante tener en cuenta que este dispositivo no es un juguete para niños.
Según la Real Academia Española de la Lengua, un juguete es un “objeto con el que los niños juegan y desarrollan determinadas capacidades”. Desde este punto de vista, básicamente cualquier objeto con el que los niños jueguen podría considerarse un juguete, pero en la práctica no es así ya que solo se consideran juguetes los objetos que tienen una función lúdica, es decir, que fueron creados para entretener a los niños. Un ejemplo sencillo: los niños pueden jugar con una almohada, pero la almohada no es un juguete. Este mismo razonamiento se aplica al celular. El smartphone no fue creado para entretener a los niños, esa es tan solo una de sus diferentes funciones. Además, aunque la mayoría de los niños suelen desarrollar rápidamente unas habilidades increíbles para usar el teléfono móvil, en realidad no cuentan con la madurez psicológica suficiente como para entender las distintas funcionalidades de un teléfono móvil y mucho menos comprender los riesgos a los que se exponen al “jugar” con un smartphone.
Las redes sociales, los sistemas de mensajería, las aplicaciones para adultos e Internet en sentido general son otras de las funciones que están disponibles en la mayoría de celulares y que representan un peligro potencial para los más pequeños de casa. Desde el acoso escolar hasta el abuso infantil, muchas de las situaciones de riesgo a las que se exponen los niños en la actualidad se desarrollan en el marco online a través del celular. Las aplicaciones de control parental prometen proteger a los niños de este tipo de peligro, pero en realidad los riesgos no desaparecen del todo.
El uso frecuente del celular también se ha relacionado con un incremento de los trastornos cognitivos en la infancia como los problemas de memoria, el retraso en el aprendizaje y el déficit de atención, así como con problemas emocionales como la falta de autocontrol, la impulsividad y los problemas de conducta. El uso del móvil desde una edad temprana también aumenta las probabilidades de desarrollar adicción a la tecnología, a la vez que se convierte en un factor de riesgo importante del abuso de sustancias en la adolescencia. Además, incrementa el riesgo de padecer obesidad, trastornos del sueño y alteraciones visuales.
Por supuesto, la decisión final de regalar un celular a los niños está en manos de los padres. No obstante, se recomienda esperar para dar este paso a que los peques sean lo suficiente mayores como para usar de manera consciente el teléfono y sean capaces de entender los riesgos a los que se exponen. En cualquier caso, es fundamental mantener una buena comunicación con los niños sobre este tema para que puedan pedir ayuda si sienten en algún momento que corren peligro.

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