La crianza de gemelos o mellizos

Si ser padre ya es un reto digno de un reality show de supervivencia, criar gemelos o mellizos es básicamente jugar en modo experto con la pantalla dividida. Desde el momento en que descubres que hay dos (o más) corazones latiendo en el ultrasonido, la gente empieza a hacer preguntas y suposiciones como si fueran expertos en el tema: «¿Los vas a vestir igual?», «¿Tienen el mismo carácter?», «¿Quién es el líder y quién sigue?». Como si compartir ADN significara compartir la personalidad, los gustos y hasta el destino.

Crecemos con la idea romántica de que los gemelos son dos mitades de un todo, almas gemelas desde la cuna que piensan y sienten lo mismo. Y aunque la conexión entre hermanos puede ser maravillosa, hay algo que a menudo se pasa por alto: cada niño es un individuo. Incluso si nacieron el mismo día, incluso si se parecen la misma gota de agua, incluso si tienen un idioma secreto que los adultos no pueden descifrar.

Desde el primer día, los padres de gemelos y mellizos enfrentan un reto extra: fomentar su individualidad en un mundo que insiste en verlos como un paquete de dos por uno. A veces, sin darnos cuenta, reforzamos esta idea con detalles pequeños pero significativos: llamarlos «los gemelos» en lugar de por su nombre, comprarles la misma ropa, inscribirlos en las mismas actividades o asumir que, porque a uno le gusta el fútbol, al otro también le encantará.

Pero aquí está la realidad: cada niño, incluso si comparte genética y una habitación con su hermano, tiene su propia voz, su propio ritmo, sus propios gustos y sus propias esperanzas. Y reconocerlo no es solo importante, ES ESENCIAL. Darles espacio para desarrollar sus propios gustos, respetar sus diferencias y permitirles tomar decisiones individuales es un regalo que los acompañará toda la vida. Es recordar que ser gemelo no es una identidad en sí misma; es solo una parte de quienes son.

Por ejemplo, algunos gemelos pueden tener personalidades opuestas: uno extrovertido y el otro más reservado, uno amante de los deportes y el otro apasionado por la música. Y lo más curioso es que, aunque muchas personas los vean como una unidad, ellos mismos pueden sentir la necesidad de diferenciarse entre sí. Es común que los hermanos gemelos, al llegar a la adolescencia, busquen definir su identidad de manera más marcada.

Los padres juegan un papel fundamental en este proceso. Crear momentos de individualidad dentro de la rutina es clave. Permitir que cada uno tenga su propio espacio, sus propias amistades, sus propios intereses, sin la presión de encajar en un molde predeterminado. También es importante evitar la comparación constante entre ellos. Frases como «tu hermano lo hace mejor» o «deberías aprender de él» pueden generar sentimientos de competencia innecesaria y afectar la autoestima de ambos. Compararlos puede hacer que se sientan presionados a cumplir con estándares ajenos en lugar de explorar y aceptar sus propias fortalezas. Después de todo cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje, su propia manera de procesar el mundo y sus propios talentos. Valorar sus logros individuales sin ponerlos en contraste con los de su hermano les permite desarrollarse con confianza y sin el peso de una rivalidad impuesta.

Y sí, puede que haya días en los que sea más fácil tratar todo en conjunto—porque la logística de criar dos niños de la misma edad es un caos en sí mismo—pero el esfuerzo extra de verlos como individuos vale la pena. Porque al final del día, lo más valioso que puedes darle a un hijo (o a dos al mismo tiempo) es la certeza de que es visto, escuchado y amado por quien es.

Así que si eres padre de gemelos o mellizos y te preguntas si estás haciendo lo correcto, aquí tienes una pequeña brújula: pregúntate si los estás criando como una unidad o como dos personas únicas. Y si alguna vez dudas, recuerda esto: no se trata de separarlos, sino de permitirles ser quienes son. Porque el mejor regalo que puedes darles no es solo un hermano con quien compartir la vida, sino la libertad de ser ellos mismos. Al final del día, lo importante no es que sean «los gemelos Pérez» o «los hermanos García», sino simplemente ellos, con su propio nombre, su propia esencia y su propio camino.

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